


Domingo el pastelero faltó al trabajo tres días por el susto que se llevó cuando María -su galleta predilecta, a la que guardaba con tanto cuidado, por ser su obra maestra: redondita, delgada y perfectamente enorme, más grande que toooodas las galletas del mundo- había revuelto toda la pastelería. Así que Domingo se puso muy pero muy rojo y gritó -¡Que se vaya! -y ella se fue desconsolada. Un día que Domingo se sintió sólo y triste, la buscó para pedirle perdón...pero justo ese día María se rompió y lloró muchisisísimo. Domingo la buscó y buscó, tardó 100 años en buscarla, hasta que la encontró despedazada...María tomó uno de sus pedazos y se lo dio a Domingo para que pudiera comer después de tanto tiempo.


No hay comentarios:
Publicar un comentario